El Jueves por la noche terminé contestando de una manera bastante fea a alguien que me escribió. No quería que nadie me perturbase mi vida ahora, sobre todo gente de una época gris. Me ha costando tanto alcanzar esta calma y esta felicidad que no quería dar pasos atrás y menos cuando se acercaba otro gran Viernes, marcado en el calendario. Es cierto que no debí comportarme así, como hacia hace un tiempo, pero me daba tremenda pereza empezar a pensar en esas cosas que están tan lejos, y reaccioné de la manera más brusca que pude para intentar alejarlas. No estuvo bien.
Y llegó el viernes. Me desperté y comencé a leer Feria, por fin, tumbado en la cama y pegándome el sol en la nuca creando una atmosfera agradable. Me leí los 3 primeros capítulos y fue suficiente para saber que es uno de los mejores libros que he leído en mucho tiempo. Por como está escrito y por sus temas que aborda, que no son pocos y son muy actuales. Puede parecer una opinión subjetiva por conocer a la autora, pero no, es que de verdad que está jodidamente bien escrito. Ojala escribir así. Con esa naturalidad. Lees y todo lo estás viendo. Lo admiro tanto. Por mucho que me guste escribir y haya leído mil manuales de escritura el escribir bien me sigue pareciendo un reto al alcance de pocos y ella lo tiene. De sobra. Reconozco que me hizo mucha gracia que a las pocas páginas ya apareciese mencionado mi mejor amigo, pero como digo, creo que cualquier persona que lo lea, sin conocer a los personajes verá en el libro una magia y un valor tremendo. Es un libro que te hace pensar. Eso vale oro.
Cuando llegué a clase vi la ilusión en sus ojos, era día de rodaje. Lo tenían todo preparado. Se les veía con ganas. Llevábamos dos semanas de curso y tras varias prácticas de cámara se enfrentaban a grabar su primera secuencia completa. Entre al aula y todos me miraban con los ojos brillantes y me contaban como lo tenían planeado super animados. No es de esas clases que te tocan a veces que son unos setas o unos muertos en vida. Me recordaban un poco a parte de la primera promoción. Gente que tiene claro que se quieren dedicar a esto y que van a aprovechar todo al máximo.
Aproveché cuando empezaron a grabar para enviar uno de esos dos mensajes que tenía que enviar si o si. Fue a la persona que el Jueves hablé tan mal. Le pedí perdón por las formas. No tenía ningún sentido haber reaccionado así. Le traté de explicar lo bien que ahora me va todo, y que no quería andar dando vueltas al pasado, pero que lo hice de una manera poco efectiva y que fue un impulso. Con la conciencia más tranquila por darme cuenta de que puedo gestionar mucho mejor que antes las situaciones y mis emociones me acerqué a ver como iban los chavales.
Les veía recreando los diálogos de "Olvídate de Mi" y no podía dejar de pensar la suerte que teníamos todos. Ellos y yo. La tarde pasó volando. Más que ninguna otra. Y cuando bajé a la calle todo seguía igual. Tal y como lo habíamos dejado unos meses atrás. Ese lugar que durante dos años había sido nuestra segunda casa. Como en las buenas sitcoms siempre los personajes tienen un bar, su mesa, su sitio cada uno. Y como las rutinas no cambian también nos terminaron invitando a la del jefe. Las cervezas gratis siempre está más ricas. Gracias al fin de la pandemia lo bueno es que de ese bar ya no nos retiramos, si no que salimos de parranda. A comernos la noche. A quemar Madriz. Y fue ahí, al final de la noche, cuando me di cuenta de que había estado tan ocupado y pasándola tan bien que el otro mensaje que quería escribir se me había pasado por completo. Pero esa es otra parte de la historia y lo que ocurrió después es mejor dejarlo para otro día.