lunes, 27 de febrero de 2023

Juntar una vida y lanzarme un último Martes.

El año del Conejo según el calendario chino o el año de plantearme demasiadas cosas según mi calendario de los Simpsons que cuelga de la pared .

Quizá porque he ido a urgencias en 3 meses más que en toda mi vida.

Por haber vuelto a vomitar (¡y sin beber eh!) desde las borracheras salmantinas de aquel espléndido 2018.

Por tener un oído taponado desde el vuelto a Malta de Diciembre. Ya dos meses y medio, joder.

Por tener mareos, dolores de cabeza y nauseas cada vez que como algo.

Empiezo a pensar que la vida se va a acabar aunque no quiera. 

No creo que sea pronto tampoco, pero este golpe de realidad me ha hecho recordar lo importante. 

En que momento. Justo cuando se va mi clase favorita. 

Lo hemos pasado en grande, aunque los inicios fueron difíciles. Yo andaba enfadado con la vida hace ya más de año y medio. Pero pienso en el hoy y no paro de ver que han hecho trabajos que están a un nivel profesional y no de estudiantes, no suele ocurrir.  El otro día hicimos una gala de premios contra la mañana. De las 6 categorías mi grupo ganó las 6. 

Llevamos un mes casi despidiéndonos. Me han hecho un montón de regalos... yo aun no les he dado el mío, pero está en camino.

Han sido mi mejor clase (la del 1º año ha perdido el reinado que jamás pensé que perderían). Han sido casi como una familia. De hecho desde que estoy jodido se han preocupado por mi viniendo incluso a visitarme todos y cada uno de ellos.

5 asignaturas después y más de 1000 horas juntos han hecho que me cambie la perspectiva de la vida, del trabajo y de que si valgo para esto. Han hecho hasta que por un momento me plantee si querría ser padre. Supongo que uno no está acostumbrado a recibir tanto amor de este tipo.

Se han tomado el ciclo en serio y eso me ha hecho entender que esto de ser profesor no iba de aprobar o suspender porque suspenderles no ha sido una opción. Con otros grupos parece que solo funcionaba el reino del terror. Esto ha tratado de aprender, superarse y esforzarse. Jamás he visto una implicación así. 

No se cuanto tiempo me queda de profe, ni si esta mierda de salud me obligará a parar pronto durante un tiempo. Pero la de recuerdos que me han dejado ellos este año y medio valen oro. Mañana es nuestro último martes antes de que se me vayan a prácticas y no estoy preparado.

martes, 14 de febrero de 2023

San Valentín junto a una Diosa

Vino con el frío de Enero. Sigue tras unas cuantas heladas de Febrero. 

Le he felicitado el San Valentín llenándole de besos matutinos la cara, de esos que te despiertan y joden, pero que a la vez agradeces, sin decir mucho, solo disfrutándolos. Siempre he sido un cursi, no me escondo, aunque a veces sea un jodido borde. Supongo que tiene que ver con este temperamento que juega entre el melancólico y el colérico que me define desde que Hipócrates lo escribió seguramente en el Ágora echándose unas latas.

Casualidades del destino han hecho que hoy justo no trabaje. Por lo que la jornada del 14 de Febrero se ha convertido en una mañana de esas que quieres que duren semanas y que hacen que pienses que los días de 24 horas son demasiados cortos. Menuda puta mierda este sistema horario, seguro que Hipócrates estaría de acuerdo conmigo.

No hemos hecho mucho más que hablar, bueno y cosas de mayores que aquí no se cuentan. Luego hemos comido rico y nos hemos dormido la siesta. Suelo odiar dormir, pero no a su lado, la verdad. Al despertarme ella estaba de pie asomada por la ventana, fumando en ropa interior y casi sufro un desmayo de la belleza pictórica de la imagen que tenía delante.

Me ha dado mucho en poco tiempo y me ha querido más de lo que me esperaba. En eso pensaba mientras observaba su respiración, su silueta de espaldas y me fijaba en que los días que la miro siempre son más bonitos. 

Gracias Cupido, eres un maquinón.




domingo, 12 de febrero de 2023

Tiré una piedra al aire

 Su mirada se perdió entre palabras de un guion mejor escrito de lo que jamás hubiéramos imaginado.

Nos encontramos habitualmente entre conciertos, latidos, pipas, abrazos y bailes. Allí nos podrás encontrar.

Quizá sea eso que denominamos comúnmente intensidad. 

Siempre quise mirar a alguien y sentir esa intensidad, a pesar del vértigo de saber que la intensidad lleva implícito ser algo de ida y vuelta. Que viene y se va y que muchas veces cuando se va no tiene intención de volver. 

Pero ahí está, casi a contraluz, leyendo un manual de Linda Seger sobre guion cinematográfico. Mientras yo, a pocos metros, me encuentro editando imágenes de una isla de Europa que visite en el mes de Diciembre. 

A veces siento que somo unos putos hípsters. 

Hipsters intensos.

De los que compran ropa en Flamingos o comen en Buenasaña y que se toman sus buenas latas en la 2D antes de entrar al micro abierto del Aleatorio. 

Mañanas frías con el corazón lleno