Malta es ese Little Italy. Un verano continuo que te permite ir en manga corta a mitad de diciembre. Con playas color cian cerveza barata, paisajes únicos y con la suficiente poca densidad de población como para pararte en cualquier lugar a respirar y reflexionar mirando al mar.
Para eso sirvió aquel viaje de hace un mes.
Para poner las cosas en su lugar.
Para darme cuenta de que todo está bien.
Hice una lista para darme cuenta que casi todo lo que necesitaba se cumplió. Ahora quizá busco el siguiente escalón.
Hace 17 años Héctor hacia capoeira ahora tiene un hijo.
Hace 17 años Jaime pintaba Warhammer ahora es un economista en Rotterdam casado con una chica rusa.
Hace 17 años Adrián se pasaba las tardes en las canchas ahora está casado y viviendo en Inglaterra, también siendo padre.
Hace 17 años yo bebía sin parar Ron Velero del día de 4,50 euros ahora bebo Tanqueray, más caro.
Quizá salir de Manoteras fue la mejor opción.
Quizá una parte de nosotros se quedó allí. Al menos la mía.
Quizá sigo anclado a esos pasados sin preocupaciones.
Es verdad que mi vida no se resume en eso, pero vamos a ser honestos. Tener trabajo y casa me permite poder gastarme dinero en fiestas y vivir esas resacas en una casa, que es mucho mas digno que hacerlo en casa ajena o o en la de mis padres.
Quizá por eso yo salí del barrio.
Ellos creo que lo hicieron por otros motivos.
Siempre me ha gustado saber que no soy igual que los demás, saber que mi mente no funciona igual, para bien o para mal. Por lo malo de mi mente perdí a la Niña Imantada durante casi una década, por lo bueno he conseguido que vuelva a mi vida.
Malta tiene parte de culpa.