martes, 30 de julio de 2024

La fiesta del Popper

 No se cuantas horas bailamos en esa casa. Era un puto palacio en plano Recoletos.

Caímos ahi de rebote, como suele pasar en las mejores fiestas, esas a las que uno va sin estar invitado. Esas a las que vas por ser amigo de un amigo que si lo está. 

Bromeaste sobre que la casa valdría unos dos millones de euros. Pues resultaba que valía más, bastante más. O eso me dijo la exnovia del dueño en el balcón, cuando me dispuse a fumar mi cuarto o quinto piti de la noche.

Conocimos a decenas de personas, me reí jugando a juegos de beber y sobre todo te daba besos esporádicos que trataban de expresar lo feliz que me siento en este punto de la existencia.

Nos queda poco de este verano en Madrid, pero ha sido una bonita manera de cerrarlo.

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